Acabemos con el maltrato infantil

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Acabemos con el maltrato infantil

El maltrato infantil es inadmisible e inimaginable para la mayoría de los padres. Sin embargo, los abusos a niños son mucho más comunes de lo que parece. Debemos aprender a reconocerlos para poder acabar, de una vez por todas, con los maltratos a menores.

El maltrato infantil está presente en nuestra sociedad de un modo oculto, pero mucho más palpable de lo que podríamos pensar en un principio. La fundación ANAR recibe anualmente más de 300.000 llamadas de menores, de las cuales el 20% están directamente relacionadas con el maltrato y el abuso de niños.

Acabemos con el maltrato infantilY es que el maltrato infantil no se limita exclusivamente a la violencia física. La negligencia o el abandono, el maltrato escolar, los abusos sexuales y el maltrato emocional son maltratos infantiles también. Aunque sean más difíciles de detectar, son igualmente nocivos para que los niños crezcan sanos, felices y desarrollen su personalidad normalmente.

Las causas del maltrato infantil son tan variadas como injustificadas: causas sociales, situaciones de desequilibrio psíquico del agresor, antecedentes de maltrato, dificultades económicas, consumo de alcohol o drogas, hijos no deseados, ausencia de empatía, problemas de autoestima, angustia, ansiedad, ira o frustración, violencia de género, situaciones jurídicas desfavorables...

Las secuelas, según la OMS, afectan a toda la familia. Pueden tener consecuencias a largo plazo, como depresión, consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, obesidad, comportamientos sexuales de alto riesgo y repetición de los patrones de violencia, ya sea como víctima o como agresor.

Cómo reconocer el maltrato infantil

El maltrato infantil suele permanecer oculto, pero existen ciertos factores que pueden ayudarnos a identificarlo:

  1. Violencia física: Señales físicas como moratones o heridas continuadas, cambios repentinos en su personalidad, enfermedades recurrentes, agresividad, negatividad,  retraso en el desarrollo, vestimenta descuidada o inadecuada, conductas antisociales (fugas, vandalismo, infantilismo...) o falta de aseo.
  2. Abusos sexuales: juegos inadecuados para su edad, conducta sexual explícita, masturbación compulsiva, conductas antisociales, rechazo hacia la madre, enuresis...
  3. Maltrato emocional: dificultades para establecer vínculos de apego y regular sus emociones, problemas de rendimiento académico, aislamiento, intensa o nula reacción de angustia por la separación de la madre, incapacidad para establecer relaciones con sus cuidadores y su entorno social.
  4. Negligencia o abandono: se observan en los padres repetidamente despreocupación, desprecio del niño en público, aislamiento social, ausencia o poco tiempo con los niños, compensación dela ausencia con bienes materiales...

Es importante actuar contra el maltrato infantil y no permanecer como un mero espectador cuando detectamos  abusos a niños. Los niños son seres indefensos con escasos medios para defenderse. Nuestra obligación legal es la de prestarles apoyo poniendo la situación en conocimiento de las autoridades competentes.

En la mayoría de las Comunidades Autónomas estas denuncias pueden hacerse directamente en el teléfono 116 111, aunque en algunas de ellas esta atención al menor se realiza desde instituciones propias para este fin. La Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) presta este servicio desde 1994 en el teléfono gratuito 900 20 20 10, desde el que su profesionales dan respuesta confidencial e inmediata a cada vez más problemas de este tipo.

Cómo prevenir el maltrato infantilAcabemos con el maltrato infantil

La paternidad es una labor que requiere de sacrificio y privaciones, compromiso y preparación. Debe asumirse siempre de manera desinteresada y positiva, entendiendo que los hijos no son propiedad de sus padres, sino un proyecto desinteresado en el que el amor y la comprensión deben estar siempre presentes.

A menudo, los niños pueden llegar a agotar nuestra paciencia: durante las distintas etapas, a lo largo de su crecimiento, es usual que sean desobedientes y pongan a prueba nuestros límites.
Resolver los conflictos manteniendo la calma es difícil a veces, pero la violencia nunca es la solución. Todo lo contrario, las respuestas violentas enseñan a los niños a responder de manera violenta; sentirán rabia, tristeza, incomprensión y desamparo, y tampoco conseguiremos lograr nuestro objetivo.

Lo más inteligente que se puede hacer en una situación frustrante con niños, que no sabemos resolver, es retirarse. Tomarse un tiempo para enfriar el ambiente y reflexionar evitará que perdamos los nervios. Nos ayudará a resolver el problema de manera positiva y, desde luego, mucho más productiva.

El castigo físico y otras formas de maltrato infantil han formado parte de nuestra cultura hasta hace bien poco, entendiéndose que formaba parte de la educación y que eran positivos para el respeto a los progenitores o a los profesores. Hoy entendemos que el abuso a los niños es contraproducente, dañino, que vulnera su libertad y su integridad física y mental. Lo hace, a menudo, de manera irremediable.

Por eso, es tan importante prestar suficiente atención a los niños y adoptar nuevos métodos de educación que fomenten el respeto, el diálogo, la tolerancia y la comprensión. Debemos mostrarnos siempre intolerantes hacia los maltratos a menores, sean cuales sean su tipo y su magnitud.

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