Hijo único

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Hijo único

Casi el treinta por cierto de los niños nacidos en los últimos años son hijos únicos. El porcentaje de hijos únicos ha aumentado considerablemente en las últimas décadas debido a factores económicos y sociales. La agudizada crisis, la falta de mejoras en las leyes de conciliación familiar o el acusado aumento de las rupturas matrimoniales facilitan esto.

Tradicionalmente se ha tachado a los hijos únicos de excesivamente consentidos, individualistas y solitarios. Pero lo cierto es que esta creencia tan extendida no tiene mucho que ver con la realidad. Podemos decir que, al igual que en las familias con más de un hijo, existen ventajas e inconvenientes. Todo ello depende de la educación que los padres demos a nuestros hijos.

Los hijos únicos reciben atención de sus padres de manera exclusiva y mucho más personalizada que cuando tienen otros hermanos o hermanas. Es por este motivo que su autoestima y su creatividad mejoran con respecto a niños con hermanos. Esto también tiene su parte negativa ya que, a veces, podemos fijar toda nuestra atención en que consigan aquellos logros que tenemos en mente y exijamos más de la cuenta.

En cuanto a que los hijos únicos son más solitarios que los que se crían con otros niños, está claro que hay hijos únicos que son muy sociales y otros que son más introvertidos, exactamente igual que en familias numerosas. Así como los gemelos y mellizos tienden a relacionarse menos con otros niños porque no lo necesitan, es más fácil que el hijo único tenga mayor tendencia a relacionarse con otros niños para suplir la falta de un hermano. Esto debemos potenciarlo siempre.

Los hijos únicos no compiten por el amor de sus padres ni sufren la presión de otros hermanos, por lo que su carácter desarrollará facetas que no habrían perdurado en otra situación familiar. Quizás por eso suelen ser más generosos y ordenados; sus vínculos familiares, más fuertes y determinantes; lo que los hace, de alguna manera, más conservadores.

Los hijos únicos, como los primogénitos, tienen mucha seguridad en sí mismos y tienden a lograr sus objetivos con más facilidad. Aprenden a jugar solos sin aburrirse y desarrollan su creatividad e imaginación con más facilidad. También, suelen rentabilizar mejor sus relaciones sociales llevando la iniciativa, liderando e interactuando con los otros niños en guarderías, colegios y parques infantiles.

Es importante que mantengamos los roles bien definidos y que la educación de un hijo único se base en los mismos principios que los de los otros niños. No debemos sobreprotegerlo ni tampoco cargarlo con responsabilidades que no le corresponden. No podemos olvidar que es un niño y que debe aprender, con nuestra ayuda, pero de manera autónoma.

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